Iniciamos el estudio de Samuel y Ester; encontraremos en sus vidas un modelo a seguir para los niños…
Desde antes de nacer o quizá después, los niños deben ser consagrados a Dios, esa consagración representa una entrega y por consiguiente la adopción del Padre viéndolos ya no como criaturas sino como sus hijos.
¿Quién los consagra? Sus padres o quienes estén al cuidado de ellos, y qué mejor que ellos sean acompañados y apoyados en todo tiempo para mantener esa consagración.
Enseñaremos sobre la dependencia de ellos hacia sus padres, la misma que deberá permanecer entre ellos y Cristo durante toda su vida.
E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
1 Samuel 1:11.
